Sunday, July 01, 2007
Sincera se preparó con entusiasmo para lo que sería "la noche" de su vida. Estaba tan contenta, que no le interesó que tenía examen en tres días. Sólo pensaba en cómo sería salir con el chico por el que suspiraban todas sus compañeras de clase. ¡Y la había elegido justo a ella!.

Se puso un vestidito color celeste cielo, se soltó el pelo, se maquilló con sencillez, y espero ansiosa que sonara el timbre.

Fernando Amado no se hizo esperar. Llegó como héroe romántico, montado en sy mercho color plata cual llanero solitario en su "Silver", y le sonrió con sus dientes blancos, esos dientes que tiene la gente de la tele. Dientes que sincera no había visto en su vida.

Salieron del brazo, feliz sincera, tranquilo Fernando Amado. La llevó a cenar a un coqueto restaurante. Sincera no podía creer lo que le pasaba. Charlaron de sus vidas, Fernando le contó que su padre era empresario, que su madre era presidenta del Club de Campo, del Club de Caridad, del Club de Bridge, del Club de Golf Femenino, y vicepresidenta del Club de Lectura del Club de Golf del Club de Campo. Sincera, por su parte, evitó hablar de su infancia humilde, de la ausencia de su padre, y se limitó a sonreír mientras él comentaba las presidencias de su madre y los viajes de negoocios de su padre.

Al finalizar la cena, Sincera decidió retocarse en el toilette, mientras que Fernando recibía una llamada a su celular. Al volver, caminó hasta la mesa, a espaldas de Fernando, y, desagraciadamente para ella, lo que oyó la impactó. Fernando, entre risas, afirmaba:
- Sí..... ¿Viste que aceptó? No, no...... la apuesta era que invitara a salir a la pobretona, no que me la llevara después a otro lado.... sólo cenar..... La dejo en su casa, y basta del asunto.... acordáte.... cuatro grandes, me debés.....
Sincera sintió como el corazón se le rompía en pedazos. Pequeños pedazos. Y echo, llorando, a correr lejos de allí.
 
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Thursday, May 24, 2007
Sincera bajó las escaleras casi corriendo, alegre de recibir tamaña noticia. Por fin iba a estudiar, y en una universidad "como la gente", becada gracias a su esfuerzo y a su tesón. No veía la hora de llegar a casa y contárselo a su madre. Se pondría casi tan feliz como ella con la novedad.


Por supusto, Felisa Juana se puso muy feliz, y, a la semana siguiente, despedía a su hija que, llena de ilusiones, partía hacia lo que sería su futuro glorioso.


Los primeros días fueron fantásticos. Sincera alquilaba una pieza en una pensión cercana a la universidad, y, aunque austero, su presupuesto estaba cubierto por la beca. Se enotó en varias materias, y comenzó a estudiar concienzudamente. No socializaba mucho, ya que la mayoría de los estudiantes eran de clase muy alta, y por alguna razón, se habían dado cuenta de que Sincera no lo era. Entonces, prácticamente Sincera se convirtió en la chica invisible. Casi nadie la oía, la veía, o le hablaba.


Cierto día, cuando buscaba información en la biblioteca, oyó unas voces susurrando detrás suyo. Al darse vuelta, vio a un grupo de muchachos riendo contenidamente. Entre ellos se destacaba él. Era un Adonis de cabello de oro, hermoso como el sol del atardecer, alto, corpulento, simpático.... Sincera se quedó boquiabierta cuando lo vio, pero trató de disimular y miró para otro lado.

Pero grande fue su sorpresa cuando el joven se sentó frente a ella, y, presentándose, la invitó a salir esa noche. El se llamaba Fernando Amado, y tenía los dientes más blancos que ella hubiera visto. Y el reloj más caro, también.... Sincera sintió que las piernas le temblaban. Y que no tenía ni idea de qué iba a ponerse!


Así fue como Sincera y Fernando Amado se conocieron, y quedaron en ir a cenar esa noche.
 
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Friday, January 19, 2007
Capítulo I

El único mérito de Felisa Juana Arizmendi es, además de bordar como los dioses, haber traído al mundo a Sincera, la protagonista de nuestra novela; llena, como verán más adelante, de engaños, desengaños, desventuras, amores, odios, secretos y mentiras. Hija de la nombrada Felisa Juana y de un hombre del que no sabemos aún nada, Sincera vivió su niñez en una pequeña casa de exterior amarillo y de interior humilde, rodeada del amor incondicional de su madre, de cintas para bordar, y de sueños rosas en los que abundaban los príncipes azules y los caballos blancos.
Sincera era buena como la leche chocolatada, inocente como el conejo de pascuas, tierna como bife de chorizo de exportación y bella como sueldo de diputado. Tenía todas esas cualidades (y más), nuestra heroína. Y como toda heroína, había venido (aunque aún no lo sabía), a este mundo a padecer sinsabores en su camino hacia la felicidad que, (aunque aún no lo sabía tampoco), se cruzaría con el de un joven radiante, de cabellos rubios, manos grandes, corazón sincero y el sí fácil.
Este joven se encarnó en la piel de Fernando Amado , el príncipe dorado que el destino le adjudicó a Sincera. Destinado a sufrir sinsabores también, Fernando Amado tuvo una vida fácil y cómoda, en una casa llena de mármol de Carrara, empleadas domésticas, lipoaspiraciones, zapatos de marca y clases de tenis.
Nadie daría un peso por verlos juntos a éstos dos. Pero el amor todo lo puede, y Sincera y Fernando Amado nos demostrarán que es cierto. ¿Cuándo? ¡¡A partir del capítulo dos!!
Hasta el mes que viene....
 
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Estamos afilando las plumas.....
 
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